Democracia deliberativa. Cortina, Adela.
El término "deliberación" nació en la vida política antes que en la vida personal. Los ciudadanos atenienses deliberaban en la asamblea antes de tomar decisiones, ponderaban públicamente los pros y contras de las alternativas posibles en las distintas cuestiones, como expresará más tarde el verbo "deliberar", del latino "libra", es decir, balanza. Delibera quien "considera atenta y detenidamente el pro y contra de los motivos de una decisión antes de adoptarla, y la razón o sin razón de los votos antes de emitirlos".
El deliberacionista entiende entonces la deliberación como una piedra filosofal capaz de transformar afirmaciones como "yo prefiero esto" o "me interesa aquello" en "queremos un mundo en que tal cosa sea posible". Es el paso del "yo" al "nosotros" a través de la formación democrática de la voluntad.
En el mundo político una sociedad libre es el desacuerdo de preferencias o de convicciones, y no hay sino tres caminos para llegar a una decisión común: la imposición, que no es un procedimiento democrático; la agregación de preferencias o de intereses, que se suman en público y se sigue lo que decida la mayoría; o la deliberación, que pretende transformar públicamente las diferencias para llegar a una voluntad común los ciudadanos forman sus preferencias e intereses en privado, y después en público no pueden hacer sino sumarlos y optar por la voluntad.
El deliberacionista entiende entonces la deliberación como una piedra filosofal capaz de transformar afirmaciones como "yo prefiero esto" o "me interesa aquello" en "queremos un mundo en que tal cosa sea posible". Es el paso del "yo" al "nosotros" a través de la formación democrática de la voluntad.
En el mundo político una sociedad libre es el desacuerdo de preferencias o de convicciones, y no hay sino tres caminos para llegar a una decisión común: la imposición, que no es un procedimiento democrático; la agregación de preferencias o de intereses, que se suman en público y se sigue lo que decida la mayoría; o la deliberación, que pretende transformar públicamente las diferencias para llegar a una voluntad común los ciudadanos forman sus preferencias e intereses en privado, y después en público no pueden hacer sino sumarlos y optar por la voluntad.
Potenciar la deliberación en todos ellos permite hacerla creíble y mostrar con hechos que ése debería ser el procedimiento habitual en la vida cotidiana para decidir con justicia en cuestiones vitales que afectan a todos. Que debería convertirse en costumbre el diálogo de quienes están dispuestos a argumentar y también a dejarse convencer con argumentos, y lo otro, el recuento de votos sin auténtico diálogo, debería ser lo excepcional, no digamos ya la imposición. Una convicción semejante tendría que alcanzar poco a poco a las Cámaras y los partidos, si el rótulo "democracia deliberativa" quiere significar algo operativo en la vida política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario